Una máquina soltera
Al igual que Gollum tuve que aprender a hablar conmigo misma en primera persona del plural. P regunto “ ¿qué vamos a desayunar hoy?” y yo misma me respondo “Panquecas, obviamente” y así contin ú o todo el día . Las ventajas de hablar solo es que raras veces la conversación desembo ca en una disputa . A mbos interlocutores tienen un mismo interés , una misma idea , en fin, son la misma persona, o por lo menos en mi caso. Pocas veces tengo puntos de vistas antagónicos, pero cuando sucede , la disyuntiva es visceral. Mi pasión y mi razón se enzarzan en tremendos embrollos y me domina la contradicción. Por lo general, las decisiones difíciles son el objeto de estas peleas, y tengo que admitir que el lado pasional tiene un atractivo que suele convencerme . La razón trata de atajarla con argumentos mesurados, bien fundados e inteligentes, pero la otr a grita y se estremece como una bestia cuando alguien trata de disuadirla de no romper, de no aplastar y de no maldecir. Apren